El cubo de Necker
Esta actividad pertenece al libro de GeoGebra La percepción de la forma, que se complementa con los libros La percepción del tamaño y La percepción del movimiento.
Como nuestra experiencia visual proviene de un mundo tridimensional, tendemos a interpretar muchas imágenes planas como si fuesen imágenes de objetos tridimensionales.
Por ejemplo, la siguiente imagen de una tarta se puede interpretar de dos modos distintos: o bien solo queda una ración, o bien solo falta una ración.
La figura del cubo de Necker (1832) es tal vez la más simple de muchas figuras cuya interpretación es ambigua debido a la falta de referencias sobre su profundidad real. Los distintos planos de profundidad pueden intercambiarse sin que la figura plana pierda coherencia en su interpretación tridimensional. Esta "ambigüedad de profundidad" produce el efecto mental de cambio a voluntad, un "flip-flop" entre una interpretación y otra.
Observa que solo puedes escoger, mentalmente, una interpretación en cada instante, y no puedes mezclar ambas interpretaciones. Tu mente puede elegir fácilmente entre cualquiera de las dos interpretaciones porque ambas existen en el mundo real tridimensional, pero por separado.
Cuando cualquier pista, referencia o contexto (una sombra, por ejemplo) favorece una interpretación particular, resulta mucho más difícil otorgarle a la figura plana la otra interpretación alternativa.
Es mucho más difícil cambiar la interpretación de la profundidad del cubo cuando uno se encuentra con un verdadero esqueleto de cubo tridimensional, en vez de una figura plana. La razón es sencilla: nuestra visión binocular nos ofrece dos imágenes ligeramente distintas al mirar al cubo tridimensional. Esta visión binocular ofrece las pistas suficientes para que el cerebro interprete la profundidad real del cubo. Basta cerrar un ojo para que reaparezca la ambigüedad de profundidad.
La siguiente construcción te ayudará a realizar ese "flip-flop" entre las dos orientaciones. En una, el punto verde está próximo a ti, en la parte frontal del cubo; en la otra, se sitúa en el fondo del cubo. Después de observar los dos puntos de vista, desactiva ambas casillas e intenta pasar mentalmente de uno a otro. Verás que, con un poco de entrenamiento, no es difícil. Observa, sin embargo, que aunque podemos saltar a voluntad entre ambas interpretaciones, no podemos "visualizar" ambas al mismo tiempo.
Evidentemente, esos cambios solo suceden en tu cabeza: la imagen simplemente es ambigua, por lo que se presta a dos reconstrucciones mentales diferentes.
Puedes profundizar más en la figura del cubo de Necker en esta otra actividad.
Cuando la imagen sugiere "a la vez" dos orientaciones diferentes, nuestra mente vacila entre ambas interpretaciones, confusa, de modo que finalmente decidimos que la imagen se contradice a sí misma formando una "figura imposible", es decir, una imagen que no puede proceder del mundo real.