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BAUHAUS 100 años de modernidad 1919-2019

UNAS CONSIDERACIONES GENERALES

El arte moderno, del mismo modo que el antiguo, ha surgido como respuesta a problemas concretos. La arquitectura moderna tardó en ser aceptada, pero sus principios de hallan ahora tan firmemente establecidos que pocos son los que pueden discutirlos seriamente. Recordemos como los tanteos de búsqueda de un nuevo estilo de construcción y decoración condujeron al art nouveau, en el que la nuevas posibilidades técnicas de la construcción con aceros podían además combinarse con atrevidas decoraciones. Pero la arquitectura de siglo XX no nacería de estos ejercicios de invectiva. El futuro pertenecía a los decididos a empezar de nuevo y a desembarazarse de las preocupaciones del estilo de los adornos, fueran viejos o nuevos. En vez de seguir considerando la arquitectura como una de la bellas artes, los arquitectos rechazaron de plano la decoración y se entregaron de nuevo a su trabajo, atacando el fin específico de éste. Era necesaria una mente muy clara y unas convicciones muy sólidas para que un arquitecto persuadiera a sus clientes de que debían aceptar un tipo de vivienda radicalmente heterodoxa. Fue Frank Lloyd Wright( Estados Unidos 1869-1959) el primero en darse cuenta de que lo importante en una casa eran la habitaciones, y no la fachada; si aquellas eran cómodas y estaban bien proyectadas por dentro, adaptándose a las necesidades del propietario, con toda seguridad ofrecía también un aspecto aceptables desde fuera. Pero Wright no debe ser considerado un mero ingeniero, el creía en lo que consideró una arquitectura orgánica, en la que quiso dar a entender que una casa tenía que derivar de las necesidades humanas y del carácter del lugar en tanto que organismo vivo. A algunos les pareció que este principio constituía una ofensa la buen gusto y el decoro. Al prescindir de todo ornamento, los arquitectos modernos rompían con la tradición de muchos siglos, se barrieron todas las telarañas de falsas molduras, volutas y pilastras. Cuando la gente vio por primera vez estas casa, las consideró insoportablemente sencillas y desnudas. Pero al cabo de unos cuantos años, todos nos hemos acostumbrado a su aspecto y hemos aprendido a gozar de las limpias siluetas y las formas sencillas de los modernos estilos ingenieriles. Siguiendo estos principios se funda en Alemania la escuela BAUHAUS. Sus proyectos, llenos de imaginación, nunca perdían de vista sus fines. La abdicación del Kaiser Guillermo II, el fin de la guerra y la desaparición del II Reich desembocaron en la creación de la República de Weimar (denominada así por la localidad donde se instituyó). Duraría 15 años (de 1918 a 1933) que transcurrieron en su mayor parte bajo constantes tensiones económicas, sociales y políticas. Este periodo es el de la existencia de la ESCUELA BAUHAUS. La BAUHAUS fue una escuela de artesanía, diseño, arte y arquitectura surgida de la unión de la Escuela de Bellas Artes con la escuela de Artes y Oficios por medio del arquitecto Walter Gropius en Weimar (Alemania) y conocida oficialmente como la Staatliches Bauhaus ("Casa de la Construcción Estatal"). El objetivo de la escuela era reformar la enseñanza de las artes para lograr una transformación de la sociedad burguesa. Su contenido crítico y compromiso de izquierda causarían su cierre en 1933. Para Gropius la base del arte estaba en la artesanía: los artistas tenían que volver al trabajo manual. Con ella se trataba de unir todas las artes estableciendo así una nueva estética que abarcaría todos los ámbitos de la vida cotidiana, "desde la silla en la que usted se sienta hasta la página que está leyendo" (Heinrich von Eckardt). Por primera vez, el diseño industrial y gráfico fueron considerados como profesiones ya que se establecieron las bases normativas y los fundamentos académicos tal y como los conocemos en la actualidad (antes de la Bauhaus estas dos profesiones no existían del modo en que fueron concebidas dentro de esta escuela). Uno de los principios establecidos desde su fundación fue "la forma sigue a la función", por lo que en arquitectura los diferentes espacios eran diseñados con formas geométricas según la función para la que fueron concebidos. La Bauhaus es sinónimo de modernidad, de colores primarios, nuevas concepciones del espacio y de la forma e integración de las artes. "Si no te portas bien, irás a parar a la Bauhaus". Así amenazaban a los niños díscolos las aburguesadas madres de Weimar, en los años 20. Nada podía infundir más inquietud en los pequeños que aquellos locos de ropas estrafalarias y trabajos disruptivos, que estaban reinventando el diseño y la arquitectura al tiempo que escandalizaban al rezagado mundo del ayer. Su objetivo fue desde el comienzo hacer del mundo un lugar más cómodo y amable, usar la máquina como instrumento para embellecer mediante la unión de la máquina y el artista, siempre bajo el dominio del ser humano. Sus premisas se basaban en la búsqueda de la funcionalidad a partir del minimalismo y las líneas simples en pos de producir un objeto moderno y de uso cotidiano. El trabajo se desarrollaba en talleres con aprendices, en donde se fusionaron la inspiración del artista con la práctica artesanal y la ingeniería, para luego crear un producto que se pudiese manufacturar y vender en masa. Fue pensada como un todo, adentrándose y relacionando entre sí diferentes áreas como la arquitectura, la fotografía, el teatro, la moda y el mundo editorial. Claramente fue un movimiento que acompañó los avatares y el espíritu de la época: desde la esperanza de una nueva nación hasta la decadencia a manos del nacionalsocialismo. En la evolución de la BAUHAUS distinguimos tres etapas:

  • 1919 a 1925 con sede en Weimar, dirigida por Walter Gropius. En ese año, los nazis se hacen con el gobierno municipal de Weimar y fuerzan su traslado.
  • 1925 a 1930 con sede en Dessau. Al principio dirigida por Gropius hasta 1928 que abandona, dejando la dirección a Hannes Meyer.
1930 a 1933 se instala en Berlín. Dirigida por Ludwig Mies van der Rohe. En 1932, cuando la presión del poder se volvió inaguantable, la escuela terminó parapetándose durante nueve meses en una antigua central telefónica en Berlín. Los nazis no dudaron en meter a los artistas vinculados a esta escuela en la categoría del arte degenerado, cuesta entender qué peligro vieron en este diseño de línea blanca e interiores diáfanos. Sin embargo, el rápido cierre de la Bauhaus y el exilio de sus profesores y alumnos demuestra que el régimen consideraba que la escuela y sus practicantes eran un peligro. La Bauhaus representaba una política abierta, democrática y socialista, lo que, para los nazis, suponía una gran infracción. Un siglo después, el tiempo termina poniendo, como acostumbra, las cosas en su lugar.